Crónica de un déficit anunciado
PADRE HUGO TAGLE @HugoTagle
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Padre Hugo Tagle
La falta de clases presenciales para los escolares chilenos debido a la pandemia constituye un verdadero "apagón cultural" que costará subsanar. Diversos diagnósticos así lo dicen. A pesar de los notables esfuerzos de profesores y comunidad educativa, no se ha logrado cumplir con todo el programa, o solo a tropezones y con mucho estrés.
Se ha escrito mucho sobre los puntos débiles en la enseñanza que se agudizaron en pandemia, falencias que se repiten majaderamente año a año: baja comprensión lectora, serias dificultades en matemáticas simples, escaso sentido de responsabilidad cívica y de manejo de emociones y empatía.
En fin, los diagnósticos abundan, planes de solución también, pero falta una decidida voluntad de cambio. Urge una mayor inversión y dedicación en los primeros años escolares, donde comienza un mejoramiento y cambio social duradero. No es en la educación superior donde debemos poner el foco –también, sin duda–, sino sobre todo en los primeros años de educación escolar.
Como elemento esperanzador sobresale el anhelo transversal de volver a clases presenciales, cosa que la mayoría de los colegios ya ha iniciado, implementando las medidas de seguridad necesarias para ello. Lo presencial, se ve, es un punto que no se podrá descuidar nunca. El aula virtual llegó para quedarse, pero por perfeccionada que sea, no suplirá nunca el contacto personal real.
La experiencia de la pandemia nos permite pensar en introducir cambios inmediatos. Por de pronto, reducir el número de alumnos por clase. Se ha avanzado, pero sigue siendo un tema en muchos colegios con un número excesivo por sala de clases. Se debería implementar y exigir un acompañamiento pedagógico mayor en los primeros años, sobre todo en sectores vulnerables.
En esa línea, urge involucrar más a los padres y apoderados en el proceso educativo. Todo es educación, no solo la sala de clases. Los padres no se pueden desentender de la educación de sus hijos y endosársela a una institución. Son parte activa en su desarrollo.
Circuló hace algunos años la idea de espaciar las vacaciones escolares, sobre todo las de verano, muy largas y finalmente tediosas tanto para las familias como para los escolares. Se pierde buena parte de lo aprendido y cuesta retomar el ritmo de estudio y disciplina. El aprendizaje es ejercicio constante y esa "larga laguna veraniega" termina perjudicando a los escolares. Para darle vueltas.
Este 8 de diciembre celebramos a la Inmaculada Concepción. Justo y necesario día de reflexión para un fin de año desafiante.